Batalla por la Comunidad de Madrid del 4 de mayo: Para tener las cosas claras

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Localidades de Galicia | 25 Marzo 2021 | 2547 votos | Correo electrónico | Imprimir

 Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Manuel Álvarez De Mon Soto | 25/03/2021 6:46

Las elecciones del 4 de mayo 2021 en Madrid, en teoría meramente autonómicas, tienen, por causa de los últimos acontecimientos, una dimensión mucho mayor que eso, concretada en dos temas.

 

En primer lugar, porque van a clarificar, como unas primarias, el liderazgo en cada bloque político. En la derecha, por un lado, y en la izquierda, por otro.

Y en segundo lugar, porque van a ser una encuesta auténtica del voto, de cara a las próximos elecciones generales.

Empecemos por la derecha. Si quiere ganar a nivel nacional necesita que las elecciones generales le den no sólo votos mayoritarios sino escaños suficientes para gobernar.

Y para ello los partidos constitucionalistas no tienen otro remedio –dado el sistema electoral español de la fórmula d’Hondt– que coaligarse de una manera más o menos amplia, según las diversas circunscripciones.

Para evitar la pérdida de escaños por la división de votos y su penalización en el cálculo electoral.

Aquí será fundamental que PP y Vox .tengan, empatía, generosidad y sentido de estado Y que reconozcan quién lidera la derecha, ponderando el voto y, comparándolo con anteriores citas, para otorgar la prioridad proporcional, al determinar las listas conjuntas donde sea necesario. Ya sé que esto, hoy por hoy, parece imposible; no es cierto, en política es posible todo. Ahí tenemos el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos.

Sólo el egoísmo particular, con nombres y apellidos, podría evitar ese acuerdo y serían responsables, en su caso, de favorecer al bloque de izquierdas.

En Francia el general y presidente Charles De Gaulle estableció el vigente sistema de doble vuelta en la V República para obligar a la derecha a agruparse en la segunda vuelta, dada su propensión a desgajarse en diversos grupos en la primera fruto del individualismo.

En España, donde existe el mismo problema de disgregación, no hay, sin embargo, esa corrección, sino que el citado sistema d’Hondt perjudica a la derecha de ámbito nacional, favoreciendo a la izquierda y a los independentistas de derechas, concretamente a los exconvergentes en Cataluña.

Además, dentro del Partido Popular deberían plantear, según los resultados que obtenga Isabel Díaz Ayuso, quien debería ser su líder. Las heridas, después de la estrepitosa derrota de las  ultimas elecciones autonómicas en Cataluña, siguen abiertas.

Pablo Casado es brillante pero, a veces, da muestras de cierta insipidez ideológica, de claridad de ideas y de firmeza, y eso es muy preocupante. Si hay algo que aprecian los votantes es precisamente la firmeza del líder.

Además, ha cometido graves errores estratégicos, como el ataque a VOX, no solo en lo político –algo que es comprensible, así son las reglas del juego– sino también en lo personal a su líder, Santiago Abascal. 

VOX, hoy por hoy, es un partido imprescindible como aliado para el PP, si quiere gobernar.

Esta actitud diletante del PP hacia una formación muchos de cuyos dirigentes proceden de «la misma madera», provoca –tenemos que reconocerlo– cierto desconcierto entre sus propios votantes. Porque VOX no es un partido fascista. Es un partido de derechas. O a la derecha del PP, que se define como de centro derecha.

Casado es consciente de que su liderazgo es fruto de una guerra fratricida entre Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal –hoy desaparecidas de la escena política– y que adolece de experiencia de gestión. De mando sobre las cosas.

La que, por otra parte, ya posee la presidenta de la Comunidad de Madrid, cuya gestión acaba de ser premiada por Europa.

¿Y Ciudadanos? Lamentablemente, su objetivo de partido bisagra y luchador contra la corrupción se ha visto gravemente afectado en los últimos dos años.

Primero, con la negativa de Albert Rivera a Pedro Sánchez para formar un gobierno de coalición con 172 votos –a 4 votos de la mayoría absoluta– en las elecciones de noviembre de 2019; después con la marcha de Inés Arrimadas de Cataluña, renunciando a su papel de oposición constitucional al separatismo; y ahora con la esperpénticamente moción de censura al gobierno regional de Murcia con una falta de criterio ideológico que ya no se puede disimular.

Con un actuar que refleja ansia de poder, con medios mercenarios.

Consciente del carácter especial de estas elecciones, Ciudadanos presenta a un candidato de  gran valía, el abogado del estado Edmundo Bal, honrado en su postura sobre el juicio del «procés»,  sin ceder a las presiones del Gobierno socialista, que por ello le purgó.

Pero eso no puede evitar el hecho de que Ciudadanos ya no tiene casi espacio político y que lo único que puede hacer es torpedear a la derecha y favorecer a la izquierda, salvo que acepte esa concertación con PP y Vox, antes referida cara a las elecciones, solo teniendo el peso proporcional que le corresponda.

Por lo que se refiere a la izquierda, ¿qué?

También está en juego el sesgo ideológico que deba tener su futuro posicionamiento, dependiendo de que siga Pedro Sánchez al frente del Gobierno o no y, en su caso, con qué pactos y con quienes.

Según el resultado, podría ganar un PSOE acorde con los planteamientos económicos de la Unión Europea que, incluso, podrían tener que llegar algún día a posibles acuerdos con la derecha, cosa normal en Europa si las circunstancias lo exigen –y más ante los posibles chantajes del independentismo catalán–.

O bien podría ganar Pablo Iglesias, quien actualmente exhibe sus objetivos más ambiciosos. Algunos de evidente interés social, como la protección de los inquilinos ante precios abusivos, pero proponiendo soluciones que pueden empeorar la situación.

Además, su posición está empañada por su condescendencia con el nacionalismo burgués de la derecha independentista catalana de Carles Puigdemont y algunas imágenes  públicas de incoherencia vital, junto a un injustificable ataque sistemático al Poder Judicial o a la persona de Isabel Díaz Ayuso .

Pero desde luego dará batalla. El resultado marcará un reforzamiento de su posición o le condenará a la irrelevancies.

El otro aspecto de estas inesperadas elecciones es que serán una encuesta real, no cocinada a lo José Félix Tezanos –presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas–, que reflejará fielmente la tendencia de voto esperable en unas elecciones generales.

Cierto que las elecciones son en una sola Comunidad Autónoma, la de Madrid, pero también la más influyente, la de la capital de España.

Una Comunidad que acaba de recibir el premio de Región Emprendedora de Europa que concede el Comité Europeo de las Regiones. Premio recibido en plena pandemia que refuerza la figura de Díaz Ayuso y su gestión sanitaria y económica de esta crisis a la que parece que le está ganando el pulso.

Casi nada. 

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