Al acto organizado por el Ayuntamiento acudio el alcalde y concejales, vecinos y familiares de los fallecidos (entre ellos y por vez primera en Panxón, el nieto y la nieta de Dolores Samuelle, la empleada de 'Los ineses' que fue asesinada por protegerlos), representantes del IEM y de la Asociación de Vecinos de Panxón y el escultor de este monumento a los 9, Daniel Pazó. Ayuntamiento y IEM depositaron sendos ramos ante la escultura y ante la placa con el nombre de las mujeres de los fallecidos y de Dolores Samuelle.
ANARQUISTAS en la curva de la infamia de Baredo (Pontevedra), en 1936
La curva de las nueve cruces. El 24 de julio de 1936, militares rebeldes entraron en la comarca de Val Miñor (Pontevedra). Tras las detenciones masivas, en agosto arrancaron los asesinatos selectivos con el fin de atemorizar a la población...sigue..+
El objetivo: la eliminación de los dirigentes sociales leales a la República. Los hermanos Ineses, Luís y Pepe López Luis, muy queridos como lo había sido su madre Inés, estaban en la diana de los franquistas por sus ideas progresistas. Luís era socialista y Pepe anarquista. Se refugiaron en la casa de un anciano ciego, a quien cuidaba Dolores Samuelle, Perfecta, de 71 años.
Los falangistas fueron a por ellos. Durante el asalto, el falangista Luis Refojos fue herido de muerte. Acorralado, uno de los hermanos López decidió rendirse, pero no hubo clemencia y recibió un tiro en la cabeza.”Después de muerto, aún le patearon y arrastraron como a un perro”. Luís intentó saltar la tapia del cementerio de Sabarís, donde yacían los restos de su madre, pero fue abatido. También asesinaron a la señora Perfecta por dar cobijo a los huidos. Allí sepultaron amontonados los 3 cadáveres, uno encima del otro; en medio, el de Perfecta.
“La muerte de Refojos desencadenó la brutalidad, el ansia de venganza, revancha, escarmiento y terror”. El cruel cabo Manuel González Pena de la guardia civil y los matones de falange, intentaron sin éxito sacar de la cárcel de Vigo a los hermanos Villafines, significados Republicanos. El 15 de octubre de 1936 la banda subió a una furgoneta a 9 anarquistas inocentes arrestados en un frontón: Siete marineros, un herrero y un labrador. Tras torturarlos en Bayona, los llevaron en una camioneta hasta Baredo, y en la curva de la Bombardeira, de noche cerrada, los fusilaron sin piedad con los ojos tapados.
Aquellos cenetistas eran: Modesto Fernández Rodríguez, 47 años, marinero, casado, 6 hijos; – Generoso Valverde Iglesias, 37 años, marinero, casado, 6 hijos; – Manuel Francisco Lijó Pérez, 34 años, marinero, casado, 5 hijos; – José Rodríguez González, 45 años, marinero, casado, 5 hijos; – Manuel Aballe Domínguez, 41 años, marinero, casado, 2 hijos; – Felicísimo Antonio Pérez Pérez, 44 años, marinero, casado, sin hijos; – Fidel Leyenda Rodríguez, 51 años, marinero, casado, sin hijos; – Elías Alejandro Gonda Alonso, 36 años, labrador, casado, 3 hijos; – Manuel Barbosa Durán, 30 años, herrero, casado, 4 hijos.
“Sabe dios cómo los mataron y lo que hicieron antes con ellos”, se escucha en el documental que relata los hechos, A volta dos nove donde se cuenta que una mujer encontró 2 dedos en el lugar, los envolvió en un pañuelo y los enterró en el cementerio. “Íbamos a la escuela y llegó un camión, bajó un hombre ensangrentado y nos dijo: Denos un cubo de agua para lavarnos, que venimos de matar a 9 cerdos. Resulta que eran 9 hombres”, relata Liberata González.
La mayoría de los huérfanos eran menores. Casi todos los asesinados estaban afiliados al Sindicato de Industrias Pesqueras El Despertar del Valle de Panxón y al Sindicato de Marineros de Bayona, vinculados a la Federación Regional de Industria Pesquera de la CNT, en la que también militaba Pepe López. La CNT contaba entre sus filas con cientos de marineros de Val Miñor de espíritu anarquista.
Los 9 fueron arrojados a una fosa común y el tiempo borró su rastro. El intento de exhumarlos fue en vano. El pueblo fue acallado, pero nunca quiso olvidar. Su recuerdo sigue vivo en la curva de una carretera donde un alguien plural comenzó a perpetuar sus figuras. Durante el franquismo, los vecinos simbolizaron en una cuneta la matanza. Un ejemplo de memoria subversiva que todavía perdura. Nueve cruces grabadas en la tierra.
Los vecinos cincelaban el polvo una y otra vez, durante la eterna noche del franquismo, y los fascistas borraban de inmediato aquella línea horizontal jalonada por 9 rayas verticales. Hoy son crucifijos de color sangre seca estampados en una pared rocosa que flanquea el kilómetro 58 de la carretera Pontevedra-Camposancos. Alguien pinta de rojo la piedra, como otras dibujaban en su día la tierra. La guardia civil, según Liberata González, “se volvió loca buscando a quién las pintaba y nunca fueron capaces de coger a nadie”.